LECCIÓN 58 ( NOVENO REPASO)

MI SANTIDAD ENVUELVE TODO LO QUE VEO
De mi santidad procede la percepción del mundo real. Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mi mismo. Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, solo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo.

MI SANTIDAD BENDICE AL MUNDO.
La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. Todas la personas y todo cuanto veo en su luz comparten dicha que mi santidad me brinda. No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad.
A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para todo lo que veo.

NO HAY NADA QUE MI SANTIDAD NO PUEDA HACER.
  El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. ¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí?
Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que que soy. En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo , todos los ídolos desaparecen.

MI SANTIDAD ES MI SALVACIÓN
Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer, mi santidad es reconocer mi salvación.
Es también reconocer la salvación del mundo. Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme. Y  al no tener miedo, todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mi y al mundo.

YO SOY BENDITO POR SER UN HIJO DE DIOS.
En esto reside mi derecho a lo bueno y solo a lo bueno. Soy bendito por ser un HIJO de DIOS .
Todo lo que es bueno me pertenece porque  así lo dispuso Dios. Por ser Quien Soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones, ni dolor. Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo. El cuidado que me prodiga es Infinito y Eterno. SOY ETERNAMENTE BENDITO POR SER SU HIJO.











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